martes, 18 de octubre de 2011

Trabajando para el Gran jefe

Estoy ayudando en algunas labores de la pastoral que intenta construir una capilla en mi barrio... increíbles cosas han sucedido desde entonces: reales oportunidades laborales (con entrevistas) mejoras sustanciales en mi ánimo, suavización de las tensiones.
Dios paga como merecemos, no juzga, no pide explicaciones a nuestros titubeos, simplemente se permite gozarnos. ¿Por qué nosotros no podemos gozar igual? decretar igual que todo estará bien.
Mi romance sigue en pie, aunque debo admitir que hasta el momento, es sólo eso: un romance, algo pasajero que alivia las penas, pero no resuelve la soledad. Besos a todos, especialmente a M.

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