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martes, 18 de diciembre de 2012

Estado de facebook

Facebook status (aka:enquéestáspensando): "En que vivo enamorándome del amor, haga lo que haga, diga lo que diga y despotrique contra quien despotrique... así que de ahora en adelante: filo no más, como dice mi padre "para adelante porque para atrás no cunde"! y si me enamoro de un bruto o de un ángel, bueno ya sabrá Dios para qué."

Hola...
"Enamoradiza y asumida, peligrosa combinación" es el comentario de mi querida A. Y eso es lo que soy. Una peligrosa combinación. Pasada a oxcitocina, y a ganas de construir cuentos de hadas, castillos en el aire, y relaciones en la realidad. Claro, a distancia, y con el mando del mensaje de texto, más las instantáneas en la mente del fin de semana cualquiera se pasa a feromonas mentales. Mis niveles de obsesividad se tornan medio insoportables, y gracias a Dios tengo trabajo en el cual entretenerme por la vida, sino dejaría chica a cualquiera de esas locas tipo atracción fatal, claro que gracias a google y la internet, buena parte de esa ansia de persecusión puede sublimarse a través de la búsqueda booleana y la recolección de datos irrelevantes de la persona en cuestión. Bueno, quizá ni tanto... pero es que me da susto enamorarme. No naturalmente. No, el hecho de sentirme atraída y halagada por las atenciones de quien me gusta, no me da miedo. Me da miedo la presión de quienes me quieren preocupándose más de la cuenta cuando llego con una sonrisa de oreja a oreja a decir que tuve un fin de semana maravilloso y que estoy entusiasmada con un hombre y su perra. 
Esa voz de alarma viniendo de quienes me quieren suena a voz de demonio, pero bien podría ser cierta toda aquella consternación insoportable que quiero desmentir, aunque me atragante en el proceso.
Es que de veras me gusta este hombre. Es que de veras igual como todos los hombres que me han gustado y por los que he estado dispuesta a dejar de mirar al lado, pero este además quiere algo conmigo. No, tampoco me ha pedido matrimonio, y está fuera de lugar tener ESA expectativa todavía, así que vamos bien. Mis humos están aún a nivel de estómago, lejos de la cabeza... Hemos hablado de monogamia, de exclusividad, y de vernos de nuevo. Eso da para los castillos en el aire, el segundo deseo del enunciado.
Hemos hablado de volver a pasear juntos, de viajar, de besarnos de nuevo. Ha conocido a mi hermana, le ha dado pudor besarme frente a ella, pero discretamente lo ha hecho igual, y me ha contado chistes fomes. No lo sé, siento ese familiar escozor que me dice que las puertas de salida rápida y fácil se terminan. Es como si luego me viera enfrentada a la tercera parte del deseo que hay que tener cuidado en desear porque cuando se vuelve realidad puede trastornar tu vida. La de construir una relación. Y es que en ése departamento es donde se vuelven las cosas intensas. 
Amo intensamente. Me relaciono con mis amigas, mis proyectos y mis ideas intensamente, ¿cómo no me voy a proyectar intensamente en pareja? sería impropio de mi. Y lamentablemente, en este tipo de asuntos la reciprocidad del cuento de hadas es necesaria. Porque en el primer enunciado: contar cuentos de hadas, una puede correr con colores propios. En el segundo enunciado, construir castillos en el aire, también. Basta un poco de imaginación, dos minutos de tiempo libre, una chispa de frustración y tenemos la amalgama perfecta. Pero para construir una relación que funcione de verdad, hace falta reciprocidad y participación de todas las partes involucradas. Sé que cuento con la perra, y con mis infinitas ganas de seguir hacia delante, como proponía mi papá. Falta saber que sucede en la mente de ése autoproclamado rico, que juega a conquistarme sin tener idea de lo que pasa por esta cabeza loca, y este corazón desbocado.
Seguiré soñando, invocando a mi Dios, a la Virgen, a los Santos, y decretando que todo saldrá bien. Que todo resultará como tiene que resultar. Aunque en realidad no tengo idea de cómo tiene que resultar. Si llegas a leer éstas líneas, es que tú también estás pirado conmigo. Y bueno sino, espero que respondas igual, que sientas esta ansiedad igual con tu infinita perceptividad de ocho. Que me abraces a tu costado y veamos si quepo en tu costilla o no. Veamos si el upgrade era realmente merecido, y bueno si no lo era, me comprometo a retirarme dignamente, o lo mejor posible a mis funciones normales, apenas encuentre el próximo retorno en la ruta.

sábado, 18 de agosto de 2012

Besos y Abrazos...

No quitan pedazos... decía mi bisabuela. Salí a bailar, con la premeditada premisa - conversada con un amigo- de que no iba a por el Príncipe Azul, sino con mucho a por un sapo de una noche. A falta de uno llegaron dos.
Cuenta la leyenda que una vez cuando estaba recientemente terminada con ciclista, un tipo en sus últimos días de soltero quiso engrupirme en una fiesta y llevarme a sus dormitorios, adonde jamás llegué y a quién ni siquiera besé. Eran otros días, de sopas tibias e inviernos sosos sureños.
Hoy fui a bailar, en búsqueda de algún sapo que besar... y me encontré dos como venía contando, o mejor dicho, ellos me encontraron a mi. A uno que se le notaba la maldá en la mirada, y lo largo de las manos, me lo presentó el tipo que bailaba con mi hermana, y por medio de éste me enteré de una historieta de que venían a celebrar un cambio de trabajo. Del que me estaba engrupiendo (a mi y dos chicas más, en abierta competencia -HORROR! lo dije y qué) algo me recordó la leyenda pero lo dejé pasar.
De hecho el segundo melindroso me ubicó cuando este esperpento se fue a engrupir a la otra chica cotizada, una bajita morena, re simpática, chévere la verdad.
28 años, flaco, bello, tonificado, y tocayo, quería no sólo besarme y apretujarme en el Club, sino acompañarme a casa, y pernoctar conmigo... como si yo fuera a recaer. Ay Señor, ¡las cosas que mis oídos tienen que volver a oír!
El primero no, simplemente quería tirar en la camioneta. Jajajajajaj, descarado!, una cosa es que me deje besar por acá por allá, abrazar, bailar, otra muy distinta es meterme con un recién conocido en un auto y en Santiago.
Bueno, la aventura al menos fue sabrosa, y divertida, me reí demasiado, y cuando llegué a casa, mi hermana me contó que le andaban celebrando la despedida de soltero al tipo 1, lo que me hizo darme cuenta de que en mi inconsciente  lo sabía, sabía que era una repetición de aquella sopa tibia sureña.