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jueves, 17 de septiembre de 2020

Claro de luna

De un tiempo a esta parte, me gusta escuchar música clásica. Me facilita concentrarme y enfocarme al escribir. Spotify es en ese sentido una gran ayuda, vas a autor y si ellos tienen la música la comparten.

Tuve un episodio psicótico una vez más, desde principio de agosto, hasta principios de septiembre más o menos. Eso implica que estoy viviendo en la casa de mis padres por un tiempo, y no exactamente por gusto propio. La verdad en cierta forma es conveniente, aunque también tiene aspectos que me cansan un poco. Tengo una relación infantilizada con mi madre y padre, y eso me cansa un resto.

Llevaba casi dos años -de los sanos- viviendo casi exclusivamente en el departamento de mi amado, y de pronto se me quitó el sueño y empecé a desvariar. Cuando llevaba varios días sin dormir adecuadamente, decidí venirme a la casa de mis padres. Sin sopesar lo malo de mi iniciativa en ningún momento previo a mi llegada. Decidí esto, porque Jorge estaba iniciando un trabajo nuevo, que se veía prometedor, y no podía seguir cuidándome sin sacrificar su descanso. No vi venir que terminaría siendo internada en el Hospital, y planchada a punto de olanzapina y quetiapina. Encima de eso, uno de los requisitos para el alta fue que no me devolviera a mi casa, sino a la casa de mis padres. Aun no me convenzo de haber aceptado ese trato. No estoy en condiciones económicas de volver a vivir allá lo antes posible, y recién ahora lo percibo con claridad. Así pues, con mi amado amasamos ganas de volver a vivir juntos en riqueza o pobreza, salud o enfermedad. Por Dios lo fuerte que suena ese párrafo cuando amas a alguien y el amor no es suficiente.

Trato con calma esta situación incómoda, la separación forzosa se convirtió en tres días con él y el resto en la casa de Concón. Estamos soñando con mesura. Pero no dejamos de soñar. Los días con él es regaloneo y pequeñas modificaciones al orden del departamento.

Los días con mi madre, son colaboración constante y autollamado a la paz mental. Quizá las decisión de venirme al Refugio parental no fue tan mala. En perspectiva veo que podemos mejorar mucho la vida construyendo desde donde estamos. Y también me doy cuenta de algunos orígenes de mis neurosis.

Felices fiestas patrias chilenas, 

Bus stop singer