lunes, 18 de diciembre de 2017

Apoderada de mesa

Ayer desde las ocho a las dieciséis horas, estuve en una mesa del colegio donde voto, para ejercer el rol de apoderada de mesa por mi candidato presidencial. Fue un día largo, marcado por la camaradería ocasional que surge entre personas civilizadas y la observación de casos en los que esa camaradería no resultó.
De alguna manera es una forma de hacerme cargo del ser político. No pretendo animarme a hacer carrera ni mucho menos, pero manifestar que no me da igual quién sea electo, y que con respeto todo se puede conseguir de mejor forma es mi estilo de trabajo.
La semana pasada estuvo bastante trabajada. Vino la visita del ministerio a evaluar nuestro trabajo, y me tocó participar de la reunión.
Estoy leyendo dos libros interesantes en este momento: uno Iris, de Edmundo Paz Soldán, y el otro La mujer que no quería amar de Stephen Grosz.
Me ha costado tomar el rito de la lectura con Iris, el lenguaje es diferente, pero no es eso lo que me detiene. Me duele un poco el tema de la guerra en la lectura.
El libro de Grosz en cambio muestra historias de pacientes de psicoanálisis, y eso me resulta seductor como motivo literario.
Me pregunto acerca de la competencia entre consciente e insconsciente, entre yo, ego y super yo, quién gana, por qué lo hace... Son cosas que me parece interesante saber toda vez que soy una asidua narradora de sueños. Revisar historias de personas que van a terapia, o fueron y la dejaron, o incluso fueron dados de alta es sumamente interesante y renovador.
Esta semana cumplo cinco meses en el trabajo, y eso me contenta. Estoy mucho más estable de lo que creí poder estar a estas alturas y no deja de ser un alivio. Vamos que se puede, como diría un coach....
Bus stop singer

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