miércoles, 6 de septiembre de 2017

Empezando el mes de la patria

La semana pasada estuve con licencia por tres días. El día del pago pasé a comprar unas cosas al centro, y me comí algo que me cayó mal. Feroz me sentía. Gracias a Dios, pasó luego el chaparrón. Por lo mismo, no viajé con mi papá a Santiago. Y me quedé en Puchunca sola hasta ayer, aunque el lunes ya estaba de vuelta en el trabajo. El sábado me sentía un poco mejor, así pues me dispuse a salir a caminar y tomar un té en la tetería que está cerca de los carabineros. En el negocio de Luzmi, vi un cartel invitando a un bingo, así que estuve allá tentando suerte. Obtuve una línea, sin embargo eramos dos con el mismo cartón y el premio lo llevó la otra persona. De todos modos me reí suficiente, y volví a descansar a la casa.
El domingo, tomé un colectivo a Maitencillo, con rumbo a Ayén. -me pasé un poco, no tanto, por lo que caminé unos dos kilómetros. A la vuelta me tomé algo rico en el café y me compré un sombrero para compartirlo con mamá que había prometido dejarse las canas. No creo que se deje las canas, pero al menos le gustó el detalle.
Hay un tema que tengo que desarrollar en mi cuaderno de herencia. Papá por fin está cerrando un ciclo, no como debiera, pero un poco más despierto que antes.
Este fin de semana está de cumpleaños mi abuela materna. Cumple ochenta. Es un secreto por supuesto su edad, y como no quiere trabajar ese día iremos juntos a almorzar al club naval, entiendo.
Es una alegría saber que la pasaremos con ella. Tengo pensado escribirle una carta y regalarle un libro, aunque no sé si encuentro alguna otra cosa igual puede ser.
La vida se torna rutinaria, y lunes y martes logré salir más temprano de casa, hoy no pude replicar, pero al menos de cinco días de la semana dos llegué antes de las nueve, y uno después, mañana me toca ir al consultorio, así que temprano no llegaré, y el viernes tengo el desafío de conseguirlo de nuevo.
Un fuerte abrazo a mi querida S., dudo que alguna vez lea esto, sin embargo en este momento debe estar planificando su cambio de casa, y quedará la casa de Vitacura en manos de sus nuevos dueños... locura.
Cariños!
A.

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