martes, 16 de junio de 2015

Gestar vida y cuidarse.

Para quienes me conocen personalmente, esta es una de esas reflexiones a partir de la experiencia ajena, no propia, para que no se alteren con el título. 
La vida no es algo para tomar a la liviana. Desear vida es algo serio, y comprometido, lúdico y amoroso. Concretar la vida, es algo para valientes, y quizá por ello no estoy en ese barco todavía. Mi punto es que hay un par de alguienes de mi entorno que esperan vida. Y frente a ello, solo me queda celebrar. No comprendo a quienes critican, o meten cabeza a los números cuando un nuevo integrante de familia aparece en la constelación familiar ajena. No comprendo la necesidad de deshacerse de ella. La respeto, pero no la comprendo.
Comprendo como miembro de un clan gigante en término de voluntades actuales, que tuve la suerte de crecer en una manada, y que fue justamente eso lo que me salvó del huracán de carácter que tengo, de la personalidad alocada y un poco rara que Dios me encomendó, y de todas las barreras que me he autoimpuesto hasta ahora.
Un ansia por concretar en un futuro incierto el anhelo de ser madre, me llevó a dejar el azúcar por estos días. Llevo cinco días a medio morir saltando con la idea fija pensando en alguna cosa de comida, pero lo sobrellevo. Con un par de saltos fuera de la dieta, aun lo sobrellevo.
Alguien en mi timeline de Facebook, me pidió que comentara qué sucedió con el hombre del autoincreíble cuya pura marca me intimidó... lo comento por si lees esta entrada: No pasó nada. El autoboicot fue efectivo y limpio. Y una alerta temprana de que debo dejar de salir con gente si no estoy preparada para enfrentarles como debe ser: como iguales, y como algo entretenido. No para sufrir ni para rebajarse, ni para ser vista como algo que no soy. Espero que a mis muchachas con dos corazones les vaya bien en este período. Los invito a orar por ellas.

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