miércoles, 25 de julio de 2012

Decir algo difícil

A veces me pregunto ¿Por qué hay cosas que nos fluyen de la boca con una naturalidad básica y banal y hay otras que nos cuesta tanto poner en palabras ordenaditas y pronunciables? ¿Será que el interlocutor de nuestra conversación afecta la toma de decisión del tono, entonación, continuidad y fluidez de nuestro discurso o diálogo? ¿Será que algunas personas con las que nos relacionamos nos resultan fáciles de interpelar y otras nos intimidan?¿Será que algunos temas nos provocan más tensión que otros?
Por el motivo que sea, me he dado cuenta que comunicarse no es tan simple como emisor, medio, receptor. Forma, intención, contenido, fondo... contexto, lugar, tantos aspectos a considerar, incluso el momento justo para decir "me duele", "lo siento", "me importa" no es cualquier momento... Sino el indicado.
Debo abrir mi boca para plantear un tema, y no lo he hecho, y no sé cómo hacerlo. Es un tema importante y que me perturba. Incluso es probable que en un par de ocasiones invadiera mis sueños nocturnos con preguntas, sudores del tipo dónde está la salida y cuestiones similares.
Soy una persona hábil hablando de nimiedades entretenidas, y manteniendo ocupados los tiempos muertos, o de ocio... que suena más bonito, a la hora de almuerzo recuerdo anécdotas y las cuento gustosa, de buen humor, con una sonrisa a flor de boca. Pero cuando se trata de defender mis intereses, de decir "disculpe, ¿tiene un momentito?, ¿podemos hablar?" Ya no soy tan extrovertida y valiente. Atroz. Quisiera saberme hábil en este sentido. Negociación le dicen, creo. Quisiera sentirme segura de mi misma, cuando digo "no importa, si no lo menciono no existe", cuando en realidad sé que existe igual, lo diga en voz alta, o lo tema en voz baja.
Armarme de valor me toma tiempo, y puedo aprovechar ciertas circunstancias que favorecen mi meditado silencio. Sin embargo, en algun momento tendrá que imponerse la razón, enfriarse el estómago y posibilitarse la expresión del miedo en un acercamiento a la libertad. Porque hablar de lo que nos afecta, de lo que se encostra en nuestro corazón, y decir nuestros puntos de vista con verdad es liberarse de la opresión del miedo, de la inamovilidad de la incerteza, y continuar viviendo para contar anécdotas a la hora del recreo.

No hay comentarios: