martes, 29 de diciembre de 2009

Reunión Mágica

Ayer, movida por la curiosidad, y alentejada por la falta de dinero en la bip, partí tarde a mi cita con el mago. Afortunadamente, tras una breve discusión con mi hermana por la venta de los productos Natura, se solucionó todo con una masiva compra de productos de parte de mi hermana mayor, y me enviaron unos pesos con mi papá, que me permitirían cargar la tarjeta bip. Él por supuesto no sabía de mi premura por salir, por lo que llegó algo más tarde, pero apenas le vi, me entregó las pocas lucas y partí. Parte del trayecto en Taxi -medio de transporte por el cual tengo ambivalentes sentimientos de amor y odio- y el resto en metro. En el camino ensayaba preguntas, y comentarios, como todas las veces en que la anticipación se adueña de mi persona. El recorrido no era tan largo, así pues en unos veinte minutos estaba allá, bajándome, caminando por una calle pequeña de Las Condes, que ubicaba, y calculando subrepticiamente que el caballero en el balcón hablando por teléfono era a quien venía a visitar.
El conserje, excepción a los conserjes precavidos de la vida, llamó al departamento, y al notar que estaba descolgado el citófono me hizo pasar, pidiéndome que le informara a los dueños de casa del impasse con el citófono.
El Mago me hace pasar, y me conduce por la casa hasta su oficina, mientras continúa una enrevesada conversación telefónica que me permite vagamente confirmar que el perfil encontrado en las redes sociales coincide con él. En el pasillo, y a través de la puerta del dormitorio, veo a su hijo, un hermoso niño de nueve años, postrado por la enfermedad de Batten, mal que mejora un poco con la oración, por si alguien que cree en Dios me lee.
Me siento en su oficina, a esperar que termine su diálogo telefónico, y mientras está en eso, se viene con un mate en una taza, para que beba mientras tanto. Espero, en silencio, espero.
Cuando corta la comunicación, me explica que es mate, que sirve para bajar de peso, y para estar con la mente alerta. Lo bebo, sin azúcar, y comienza nuestra extraña conversación. Me cuesta explicarme para qué mi amigo Wolfgang me refiere a esta persona, y cuál es su motivación, pero soy paciente, y espero.
Me pregunta de hecho porqué he llegado allá y quien me refirió, le comento que no lo tengo claro, y que sigo la corriente de la idea de Wolf. Durante la conversación él anota algunos datos en su cuaderno, hago lo mismo con algunas ideas que me parece relevante revisar más tarde. Me pregunta por mi historia familiar, por mis abuelos maternos y paternos, por su salud en general, por mis primos y hermanos, y padres. Le comento de los idiomas que comprendo y hablo, de las profesiones que estudié, y de lo que indagué por internet acerca de él. Me parece justo, porque noto que aunque está dispuesto a contarme lo que sucedió con su mujer, no le es fácil, le ayudo a no referirse a lo peor más de lo necesario.
Tras dos o tres horas de conversación, convenimos en que es una meta razonable para mi bajar unos cuatro kilos en un mes. Me enviará algunas sugerencias alimentarias al correo electrónico, como la inclusión de un reemplazo del pan y una mayor ingesta de verduras y frutas, menos masas y más vitaminas. Siento que por alguna razón me ha tocado conocerle. Es posible que le ayude a encontrar alguna forma de publicar lo que ha descubierto acerca del tratamiento menos agresivo de las convulsiones de su hijo, me parece relevante que eso se sepa, habrá que planificar un modo de proceder.
Por qué, Para qué, momento mágico. Todo eso no tiene respuesta a la luz de lo que sé ahora. Es probable que nada de lo que he descubierto responda esas dudas, y que pase tiempo antes de que llegue a alguna clase de conclusión respecto de las razones. Pero intuitivamente rescato que esto sucede para algo mejor, porque lo necesito, en un momento mágico.
Es curioso como de la inscripción a esta página para adultos he despertado a todo tipo de realidades, no todas relacionadas con la lujuria. Debe ser que mi vida está empezando a vibrar en amplios espectros en todos los sentidos, no solamente en los más evidentes.
Bienvenido Mago, bienvenida misión.



Estos días avanzo en los detalles de mi novela.

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