Mal hablar...

Hay un problema que se ve en todos los lugares, y que pasa porque los seres humanos somos humanos, y por ende débiles y tentados de dañar un poco, aunque sea un sólo poco en función de lo que nos da rabia, o nos entristece o embrutece.
Mis dudas, mis miedos, se comprobaron cuando alguien me enfrentó con harto más mala onda de la que hubiese esperado por un mal hablar que hice en su nombre, que además fue mal entendido.
Porque le critiqué que tomara un dinero asignado bajo un item en el trabajo para pagarse un adelanto de sueldo (autorizado por el jefe), y aunque aun creo que cometió un error, nunca pensé que él fuera una mala persona, o cuestioné su honorabilidad sino que cuestiono su sentido común y su habilidad de comprender las prioridades en un negocio.
Agradar al cliente, y quedar bien con él, es algo importante, mas no lo único. De hecho tampoco es lo más importante. Más importante es que entendamos que uno debe ser claro con el resto, informarle de lo que entregas, decir la verdad respecto de tus intenciones y aceptar que te critiquen cuando cometes errores tan grandes como utilizar el dinero de los insumos de emergencia para gastos personales sin chistar.
Al menos esta semana tuvo de bueno que por otro lado nada que ver ingresé al gimnasio y con eso tengo razones para pensar en mi, en mi salud, en mi energía. En otros aspectos mi trabajo va bien. Mi amistad con la muchacha que me ayudó a encontrar este trabajo está en coma virtual, y bueno, algunas ganancias tienen costos asociados que no queremos asumir, pero que finalmente tenemos que pagar de cualquier modo.
Espero más adelante entregarles algo menos rencoroso. Una visión de algún aspecto más positivo o entretenido de mi día a día.
Cariños, desde el baúl de las ideas.