Hoy voy a la tercera sesión de biomagnetismo... por ahora la última, tengo que ver si más adelante vuelvo. Con todo -me hizo replantearme mi economía este mes- Me gustó el resultado, y me he sentido mucho mejor de mis dolencias.
Leí una columna hace un rato, y me llevó a escribir este post. -La reflexión interna invade mis percepciones del dolor... así que no reseño por ahora-. He cambiado en estos últimos años. Visiblemente, internamente, completamente. Mi pelo, mi cuerpo más redondeado (a lo Fiona de Shrek como pienso a veces), mi aceptación, mi silencio y mi palabra.
Me tranquiliza saber que ahora tengo armas frente a algunas dificultades. Me entristece saber que sigo sola igual que todo el rato. Me alegra tener el consuelo de tener amigas y amigos que me acompañan eventualmente. Me enfurece ser menos inocente, aunque también es un alivio... me ayuda a esperar menos de la vida, a disfrutar con lo que tengo, que ya es bastante, y dejar pasar lo que no me conviene.... no consigo nada persiguiendo a nadie.
Quizá lo que más extraño de estar en pareja estable -principalmente por mi experiencia con mi nunca olvidado ciclista- es su olor distintivo, el consuelo de verlo por las tardes, abrazarlo, hacer el amor y dormir abrazados como si nada más importara. Nuestra relación carecía de muchas cosas, pero el contacto físico era una constante que me mantenía alerta, viva, consciente de estar viva, esperanzada de que tendríamos un día una familia. Ahondar en los fallos de esa relación no es productivo. Sin embargo, es quizá un problema el estándar que ha impuesto para todas las siguientes relaciones. ¿No sé ser selectiva? quizá. ¿Me dejo llevar por cuestiones inconducentes? también. Lo que sé a ciencia cierta, es que sigo pidiéndole a Dios que guíe a un otro a mi. No pido que me complete. No pido que sea perfecto. Pido que me acompañe, que venga a visitarme a ratos, que nos veamos seguido, que por las noches me bese el pelo y me diga buenas noches.
En mi navegación por Pinterest me encontré un par de links de mejoramiento de salud que me hicieron llegar a la conclusión: Me propongo idealmente dejar el azúcar y los carbohidratos cada cierto rato, y luego vuelvo a ellos. En serio tengo que dejarlos. No por estética. Por salud. No me resulta fácil de pensar, pero soy una comedora por afecto. Lo dijo en un momento hace tres semanas la terapeuta de imanes, y lo confirmo ahora que leí este artículo que mencioné. Como pastelitos, sandwiches, y demases para suplir el espacio existencial en mi guata, en mi espíritu. ¡Y la tía Betty lamentablemente me pasa la cuenta! (resistencia a la insulina-diabetes II)
El viernes pasado salí con JPD. Fuimos juntos a una tallarinata. Fue todo rico y lo pasé bien. Aun sí creo que eso tiene que quedar en reposo. Voy con toda la fuerza por delante, derribando barreras, y al parecer eso no es lo que la gente espera encontrarse y les cuesta digerir (me) como parte de sus vidas. Claro, mi familia me quiere, y me soporta, pero bueno, también está el hecho de que me conocen hace 34 años y seis meses, y bueno, eso es un indicador también de que se han acostumbrado a lidiar conmigo restándole importancia a lo que molesta o deja fuera de combate a otros. Y bueno, JPD es tímido, asociado a una autopercepción de si mismo bastante pobre e injusta... yo lo veo y es: brillante, amoroso, guapo... y se nota que tan inseguro. Y ojo, no estoy siendo condescendiente con él, de veras me parece amoroso, guapo e inteligente. ¡Claro que no es perfecto! Pero es un caballero, lo que lo hace deseable para cualquier lady in distress... Lo loco es que estamos los dos en el mismo estadio, pero a los dos nos inmoviliza esa inner voice tan tonta de: no te mereces ser querido. Mi conclusión. (En mi caso esa es una inner voice que combato con una outsider voice que dice: mereces que te quieran, te regaloneen, sigue jugándotela, tú persona favorita existe y ya vendrá).
En el trabajo voy bien, al menos así me siento yo, y mis obligaciones varían según los días, aunque nada me cuesta por ahora.
Descubrí varios lugares donde aprender a tejer con patrones de crochet, y ahora estoy leyendo algunos de esos patrones. Me parece bueno, porque antes compraba las revistas, las miraba y quedaba en suspenso for ever... o sea sólo tejía los típicos patrones simples -para mi- Ahora puedo aprender otras cosas... aunque requieran un poco más de tiempo lo que es un incentivo... estoy haciendo corazones para adornar árboles navideños, aunque también pueden ir en llaveros o por ahí en un cierre de bolso... mi idea es tejer también copos de nieve... estrellas y distintos diseños.
Ayer -hablando de las hierbas- compré Stevia en hierba. Aun ni siquiera hago la investigación prudente para aprender a usarla adecuadamente -en preparaciones o simplemente en té... pero al menos ya empecé con lo básico: tenerla. Esta conciencia de la diabetes viene de una conversación ni tan casual del viernes en la tallarinata con I., una kinesióloga bien amorosa, aunque bastante apasionada que me increpó por no medirme los niveles de glicemia a cada rato. Uf. Quizá dejar el azúcar sea la única opción para eso después de todo, porque es evidente para mi que incorporar un aparato para medir glicemia no está en mis planes en el corto plazo.
Las tallarinatas han resultado un buen modo de cumplir con el objetivo de compartir con otros en instancias reales al menos una vez al mes. De todos modos mañana voy a mi clase de cocina, si todo anda bien, y eso. Tengo una teoría en todo caso... de una forma u otra, casi todas las interacciones pasan en algún minuto por internet... el punto está en dejarlo al margen. Vivir de verdad. Como merezco, y como aquellos que me rodean merecen. Encontrarme con P. el otro día fue algo fantástico, y es quizá un buen motivo de repetición vernos más seguido, no lo sé. El babyshower de M. otra instancia de la vida real, aunque con organización vía Facebook.
He pensado seriamente armar un diario mural con mis propósitos de mediano plazo. Por ahora un mapa de mi ansiado viaje intercontinental está pegado a las cajas de mamaderas de mi pieza, recordándome seguido porqué debo respetar una línea de ahorro constante, por qué vale la pena evitar el chancherío ($$$$$) (nooooo) y porqué vale la pena soñar (síii). Por último, Pinterest, mi querido amigo, me muestra imágenes de tantos lugares que esperan al otro lado de la pantalla que vaya a caminarlos, recorrerlos, conocerlos, conversarlos, narrarlos e incorporarlos a mis historias.
No tengo ánimo de traducir. Lo haré más tarde quizá :D
Andrea
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