Deseo que alguna de las postulaciones que hago por estos días se haga eco en las carpetas de quienes reciben c.v. con ventilador y helicóptero, y me elijan. Así sea, así sea, Así sea hecho está, gracias gracias gracias.
Es complejo levantarse sin tener ninguna motivación específica pendiente. Para mi al menos, implica una situación incómoda, que no es del todo fácil de sobrellevar. Y miro las ofertas en línea, y se me ocurre que solo falta quedar en una, por el dinero justo, y vuelvo a la máquina. Probablemente a la de la capital, aunque podría ser a la de Concepción también si se diera... Y en un rincón silencioso de mi corazón está la esperanza de que eso suceda. La visualizo como una niña larga y flaca que cuida de su hermano menor el susto (que no es miedo paralizante, no, es mucho menos que eso... apenas una señal de cuando es conveniente arrancar que casi nunca escucho).
Entiendo que es un fuerte desafío y riesgo. Pero quien no se arriesga no cruza el río, y quien ni siquiera toca el agua, menos. Necesitaré de toda la concentración del mundo. De toda la fe. De toda mi capacidad de agradecer a la fuerza creadora divina que me enviará la oferta indicada, la mejor, la que me permita desarrollarme en todos los planos: financiera, laboral, personal, y plenamente. Con una cuota de estrés saludable y sobretodo manejable.
Todo el resto pierde relevancia... El hecho de que solo apostar lejos de mis padres representa un riesgo un tantín superior. Pensar que tengo que ir en una disposición diferente a las veces anteriores, dispuesta a independizarme, dispuesta a tomar clases de baile y reunirme con amigos que me nutran. Y sobretodo dispuesta a amar la decisión de apostar plenamente y a conciencia. Visitar a mi médico regularmente, y no quejarme de los medicamentos.
Son varios los temas. El principal: Lanzo al Universo una oración por el empleo que Dios guarda especialmente para mi, mi regalo de 35, mi coronación. Así sea hecho está.
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